lunes, 25 de julio de 2011

Piropo

A 50 metros viene la banda. Sudados. En cuero. Con el fútbol a flor de piel. Todavía tienen las medias altas. Sus caras de hombría, envalentonados en manada. Los cruzo, concentrada. Levanto la mirada a la altura de sus pantorrillas. Me corro a la izquierda. Los evito. Los dejo atrás. Uno de ellos habla. Despacio para que no oigan los de afuera, lo suficientemente alto para que escuchen sus camaradas. “Siempre quise hacer eso, leer y caminar al mismo tiempo” dice.

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