¿A donde vamos a ir a parar si se apaga Valderramas?
Cada vez que mi papá lo decía me imaginaba un balde de metal, como los que se ven en el vecindario del Chavo, con un montón de ramitas ardiendo. Nada que ver, ya lo sé. Pero cuando lo veía Valderramas agitar la mota amarilla en la cancha, la imagen era parecida. Sospecho que tampoco hablaba de ese Valderramas, pero era el que yo conocía.
1, 2, 3, Tararira!
No puedo no pensar en los Plei, los García y nosotras, todos engalanados con la frente en alto, suponiendo bailar un tango para terminar en el ridículo. Luego de años de persecución a la mujer amarilla, donde cada género pertenecía a un bando y solo nos tocábamos para meternos la traba, el absurdo nos unió en la danza. 1, 2, 3, Tararira fue una institución en nuestro crecimiento, tanto como la bagna cauda.
Trabajando, trabajando al sol. En el campo de concentración.
En la época que los cassettes todavía pisaban fuerte, mis abuelos me regalaron un equipito que tenía FM/AM y, claro, pasacassette. Fue un símbolo de mi incipiente independencia. En un de lo muchos compilados que tenía estaba esta canción de los Twist. La melodía era extremadamente simpática, ni hablar de la voz de Cipollatti. De panza al piso, mirando el equipito, la cantaba alegre. En el fondo me imaginaba campos sembrados y muchas mujeres craqueladas por el sol. Me parecía mal, entendía l ironía, la apreciaba. Dos años después fui a ver La Vida es Bella. Me horroricé.
v.sa 22.12.10